Conscious Completion

Author
Rosie Bell
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Image of the WeekCulminación consciente
- por Rosie Bell
La juventud está salpicada de novedades notables. Y a menos que lo intentemos a propósito, los finales de las vidas pueden tender a pasar a hurtadillas, desapercibidos. Tu último cigarrillo puede haber merecido alguna ceremonia. Pero, ¿Qué pasa con el último columpio en el que te sentarás? ¿La última pera que comerás? ¿La última vez que verás [tu película favorita] con verdadero entusiasmo? [...] ¿Y la última vez que leíste tu libro favorito? ¿Con qué cariño pelarás tu última zanahoria?
A menudo adoptamos un enfoque jerárquico del amor y el significado, desde los círculos internos hasta los externos del corazón, asignando significados acordes a nuestras experiencias. Sin embargo, cuando me imagino ver al hombre que repara mis botas por última vez, qué patetismo adquiere la ocasión. Podría alimentar a un caballo, acariciarle la nariz aterciopelada y alejarme, pero ¿Y si supiera que iba a ser el último caballo que vería? Se me nublan los ojos, solo con imaginarlo. Quizás la proximidad de los "finales" nos brinde una idea importante de lo inquietantemente maravilloso que es estar haciendo o viendo cualquier cosa. La culminación consciente nos permite mirar hacia atrás a través del conjunto finito de momentos y darnos cuenta de que cada uno era tan significativo como el otro, es decir, absoluta y fundamentalmente significativo. “Estos son los mejores días de nuestras vidas”, dijo una vez un hombre muy inteligente. Vaya, realmente sabía lo que estaba diciendo.
Nosotros, los seres humanos adaptados y orientados a objetivos, normalmente no estamos en el negocio de notar la vida mientras está sucediendo. Es simultáneamente nuestro súper poder y la mayor tragedia de nuestra existencia.
Cuando era pequeña, mi padre trabajaba en bosques y, a menudo, pasaba mis vacaciones escolares jugando en ellos. Recuerdo particularmente una casa fantástica que una vez hice con palos. Estaba tan absorta en la construcción que cuando todo estuvo perfecto, ya era hora de subir al coche y volver a casa. Ni siquiera me senté en ella. Me gustaría decir que por aquel entonces estaba simplemente fluyendo y en la naturaleza, disfrutando del viaje sin pensar en el destino. Pero sospecho que incluso a los 8 años había adquirido precisamente el hábito opuesto: perderme tanto en un plan para el futuro que olvidé arrastrarme hacia el presente hermoso e imperfecto y aprovecharlo al máximo.
De vez en cuando leerás un blog escrito por o sobre un joven extraño que se está muriendo o está muerto, instándote a aprender de su experiencia y a vivir la vida al máximo, abrazando a tus seres queridos y apreciando hasta la última taza de té por el exquisito misterio que realmente es. La pieza se hará viral y tú serás uno de los millones de personas que la lea, se sienta momentáneamente inspirada y luego [se olvide]. Si tienes la suerte de sobrevivir a una enfermedad mortal, tu propio camino puede enseñarte algo parecido. Según mi experiencia, esto también se desvanecerá demasiado rápido. Si vives lo suficiente, personas que amas, tal vez personas que son demasiado jóvenes para morir, morirán. Cuando esto sucede, la intensa preciosidad de la vieja vida normal y mundana se vuelve tan dolorosamente clara que sabes que nunca volverás a olvidar.
Y puede que no.
Pero en realidad, todavía podrías.
No es lo mismo ver algo que aprenderlo. Todo lo que queramos aprender, estamos obligad@s a practicarlo. Las tradiciones contemplativas son muy claras en esto. El aprendizaje que obtenemos a través de las experiencias cumbre de la vida no se sostiene por sí solo. Es por eso que el propósito práctico de la meditación no es pasar el rato permanentemente en la dicha, sino ensayar voluntariamente las percepciones que obtuviste cuando estabas en ese estado emocional o cognitivo alterado. Afortunadamente, no tenemos que sentarnos con los ojos cerrados para practicar nuestro amor por la vida (o recordar intencionalmente las ocasiones en las que nos asombró la rareza de ser una entidad consciente, deambular por un planeta y cortarnos las uñas de los pies. [...] como si no fuera gran cosa.) Somos libres de tomar nota del milagro gigante en el que vivimos tantas veces como queramos. Cuanto más lo hacemos, más cerca tejemos la trama de un encantamiento que es nuestra herencia más preciada. Solo con la práctica, el camino menos transitado se convierte en la forma en que conocemos el mundo, y entonces la vida es sagrada, incluso cuando estás vaciando el lavavajillas o el gato ha vomitado en la alfombra.
Cada final es una pequeña muerte, y la muerte misma es poco más que el último final de todos. Cuanto más vívidamente seamos capaces de honrar a ambos, mayores serán nuestras posibilidades de conocer realmente la vida tal y como está sucediendo. Un día, demasiado pronto, nos diremos adiós un@s a otr@s y nos despediremos de la vida por última vez. Pero, con suerte, no será la primera vez que realmente nos demos cuenta de lo sospechosamente mágico que fue estar aquí junt@s, en absoluto.

Preguntas semilla para la reflexión: ¿Qué significa para ti la culminación consciente? ¿Puedes compartir una historia personal de cómo entrar en contacto con la vida a través de una finalización consciente? ¿Qué te ayuda a recordar tomar nota del milagro gigante en el que estás viviendo?

Rosie Bell pasó de ser cantante de ópera a redactora publicitaria y a profesora de mindfulness. En el camino, "se tomó un tiempo de diversas carreras para sobrevivir al cáncer varias veces.”
 

Rosie Bell went from being an opera singer to copywriter to mindfulness teacher. Along the way, she's "taken time out from assorted careers to survive cancer a few times." Excerpted above from 'Death and Sprinting.'


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