Is It Really Worth It?

Author
Patty De Llosa
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Image of the Week¿DE VERDAD MERECE LA PENA?
Patty de Llosa


Me ha costado aceptar que muchas veces soy el terreno donde luchan algunas partes de mí que parece que están enfrentadas. ¿Es posible librarse de la sensación de estar tan dividida? Krishnamurti afirmaba que “La división conlleva inestabilidad, y el conflicto, indecisión. Sin embargo, cuando la mente es capaz de percibir con claridad – no con la razón, ni con la emoción, sino que lo está viendo de verdad – el factor desestabilizador que entraña la división, entonces la respuesta es totalmente otra.” Esa otra respuesta se eleva por encima del “sí o no” en el que nos movemos, y adoptar otra actitud nos puede ayudar a avanzar en esa dirección. El concepto Junguiano que Marion Woodman menciona tan a menudo, sugiere que nos estaremos acercando ahí si conseguimos “sostener la tensión entre opuestos.” Por mucho que duela, si somos capaces de resistir la atracción magnética que en cualquier situación ejerce uno de los bandos durante el tiempo suficiente como para permitir que el otro también ocupe su espacio, nos elevaremos por encima de la división, en vez de quedar atrapados en ella.

El otro día me desperté con sensación de cansancio y abatimiento. Un ligero dolor de cabeza me acompañó a lo largo de la mañana mientras atendía mis quehaceres. Hacia el mediodía, de repente recordé que la noche anterior me había comprometido a que justo después de desayunar saldría al parque a dar una vuelta. “No tengo tiempo”, pensé, “y además, no me apetece.” ¡Cuántas veces me he oído decir eso antes! Sin embargo, a pesar de mi reticencia, justo antes de la hora del almuerzo dejé de escribir, y todavía pensando que a lo mejor un Tylenol me iría mejor, me arrastré hasta el parque, asegurándome a mí misma que el paseo sería corto.

Para mi sorpresa, fue cruzar la puerta de casa y ya me encontraba mejor. Para cuando llegué al parque el dolor de cabeza había desaparecido. Enseguida estaba sentada en un banco al fresco de la primavera, rodeada de árboles, bañada por el sol y el trino de los pájaros; de mi alma brotaba una especie de música. Tanto me sorprendió este cambio que me pregunté: ¿Por qué me ha costado tanto llegar hasta aquí? ¿Qué parte de mí pensó que estar deprimida o pasar horas escribiendo en el ordenador tenían prioridad? ¿Qué parte de mí se opone a lo que está claro que la otra parte de mí quiere y necesita? ¿No será que las preferencias de mi mente están queriendo imponerse sobre las de mi corazón y mi cuerpo?...

Cuando me volvió a pasar lo mismo inicié un diálogo con esta parte en mí que se ha quedado “encallada”. ¿De dónde viene ese rechazo tan obstinado? ¿Cuál es el problema?” Me pregunté. Una voz interna respondió en un suspiro: “¿De verdad merece la pena? ¿qué es lo que vale tanto la pena?” quise saber. Entonces, desde otro lugar profundo de mi paisaje interior, una voz distinta interrumpió con un grito aquel lastimero intercambio: “¡Vale la pena todo el tiempo que inviertes!

La parte pragmática que defiende a la escritora que hay en mí necesita su tiempo y siente que no tiene suficiente con el que le doy. Ese breve diálogo interno me ayudó a ver que eran tantas las cosas que me proponía conseguir, que no dejaba tiempo para atender lo más profundo que hay en mi ser, ni para crecer hacia una mayor consciencia del momento presente…

Volver a habitar el presente me está dando la oportunidad de apreciar lo que normalmente ignoramos por estar demasiado ocupados: el estado de presencia en nuestra vida nos ofrece percepciones nuevas sobre nosotros mismos y sobre el resto del mundo. Si renunciamos a experimentarlo, nos aislamos, sin ni siquiera darnos cuenta de lo que hemos perdido. Cuando elegimos permanecer en silencio y escuchar con atención lo que nos dicen nuestras voces internas, abrimos un espacio para que otra cosa que no sea el ego “sabelotodo”, nos satisfaga. Sin embargo, inmersos en nuestras tareas, no siempre acogemos con buena disposición esta posibilidad. A menudo hacemos como el bíblico Jacob: nos peleamos con nuestros ángeles e intentamos anularlos.


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