Returning the Gift

Author
Robin Wall Kimmerer
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Image of the WeekCorresponder el Regalo
- por Robin Wall Kimmerer

En las enseñanzas de mis antepasad@s ​​Potawatomi, las responsabilidades y los dones se entienden como dos caras de la misma moneda. La posesión de un don está unida con el deber de usarlo para el beneficio de tod@s. A un zorzal se le da el don de la canción y también tiene la responsabilidad de saludar el día con música. Los salmones tienen el don de viajar, por lo que aceptan el deber de llevar los alimentos río arriba. Así que cuando nos preguntamos ¿cuál es nuestra responsabilidad con la Tierra?, también nos estamos preguntando, "¿Cuál es nuestro don?"

Como el pueblo humano, hemos evolucionado recientemente y nos faltan los dones de nuestras especies compañeras, el de la fijación del nitrógeno, la polinización y las migraciones de 5,500 kilómetros siguiendo una guía magnética. Ni siquiera podemos fotosintetizar. Pero llevamos dones propios, que la Tierra necesita urgentemente. Entre los más potentes de estos está la gratitud.

La gratitud puede parecer comoun té débil dados los desesperados desafíos que tenemos ante nosotr@s, pero es una medicina poderosa, mucho más que un simple gracias. Agradecer implica reconocimiento no sólo del don, sino del donante. Cuando como una manzana, mi gratitud va dirigida a ese árbol de ramas anchas, cuya descendencia agridulce está ahora en mi boca y cuya vida se ha vuelto mía. La gratitud se basa en el conocimiento profundo de que nuestra propia existencia depende de los dones de seres que, de hecho, pueden fotosintetizar. La gratitud impulsa el reconocimiento de la personalidad de todos los seres y desafía la falacia del “excepcionalismo” humano (la idea de que somos de alguna manera mejores, más merecedores de la riqueza y los servicios de la Tierra que otras especies).

La ventaja evolutiva para las culturas de gratitud es convincente. Esta emoción humana tiene valor adaptativo, porque engendra resultados prácticos para la sostenibilidad. La práctica de la gratitud puede, de una manera muy real, conducir a la práctica del autocontrol, de tomar solamente lo que necesitamos. Reconocer los dones que nos rodean crea una sensación de satisfacción, un sentimiento de tener suficiente que es un antídoto para los mensajes de la sociedad que nos inculcan en nuestros espíritus y que incitan la necesidad de tener más. Practicar la satisfacción es un acto radical en una sociedad impulsada por el consumo.

Las tradiciones de la historia indígena están llenas de historias preventivas sobre la falta de gratitud. Cuando la gente se olvida de honrar el regalo, las consecuencias son siempre tanto materiales como espirituales. El manantial se seca, el maíz no crece, los animales no vuelven y las legiones de plantas, animales y ríos ofendidos se alzan contra los que descuidan la gratitud. En occidente, la tradición de contar historias es extrañamente silenciosa sobre este asunto, por lo que nos encontramos en una época en la que, con razón, le tenemos miedo al clima que hemos creado.

Nosotr@s l@s humanos tenemos protocolos de gratitud, los aplicamos formalmente un@s con otr@s. Decimos gracias. Entendemos que recibir un regalo invita la responsabilidad de dar un regalo a cambio. El siguiente paso en nuestra evolución cultural, si queremos persistir como especie en este hermoso planeta, es expandir nuestros protocolos de gratitud hacia la Tierra viva. La gratitud es de lo más poderoso como respuesta a la Tierra porque proporciona una apertura a la reciprocidad, al acto de corresponder.​

Preguntas semilla para la reflexión: ¿Qué significa para ti la gratitud como medicina poderosa? ¿Puedes compartir una historia personal donde hayas sentido el poder curativo de la gratitud hacia la Tierra viva? ¿Cómo practicas agradecimiento a la Tierra viva?

Extraído de Corresponder el regalo. La Dr. Robin Wall Kimmerer es madre, científica, escritora y profesora distinguida de biología ambiental en la universidad de SUNY de la ciencia y de la silvicultura ambientales en Syracuse, Nueva York. Kimmerer es un miembro inscrito de la banda Citizen Potawatomi. Vive en una antigua granja en el norte de Nueva York, cuidando jardines tanto cultivados como salvajes.
 

Excerpted from Returning the Gift. Dr. Robin Wall Kimmerer is a mother, scientist, writer, and Distinguished Teaching Professor of Environmental Biology at the SUNY College of Environmental Science and Forestry in Syracuse, New York. Kimmerer is an enrolled member of the Citizen Band Potawatomi. She lives on an old farm in upstate New York, tending gardens both cultivated and wild.


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